Dicen que con los años se va perdiendo la capacidad de ilusionarse, de creer que los sueños se pueden convertir en realidad.
Os puedo garantizar que a mis 16 años dicha capacidad estaba intacta, y el día que me ví subido en una flamante Puch Minicross de estreno no es que el sueño fuese realidad, sino que simplemente, alucinaba.
Continuará...
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