Recuerdos y vivencias en Moto. Para entretenerme/nos un ratillo...

martes, 10 de mayo de 2011

Sabéis PorQué...?

A pesar de estar bastante cansado, anoche no conseguía dormir?

Porqué cerraba los ojos y solo veía paisajes. Verdes. De todos los tonos de verde. Y azules. Y ocres. Y algunas pinceladas de rojo...
 Vamos a intentar ir explicando ese PorQué...

Estas máquinas, reunidas en el punto de partida poco después de las 8:30 de la mañana, con el Castillo de Lorca vigilante al fondo, tienen bastante que ver en ello...



Había alguna más, pero su dueño no parecía decidido a ir demasiado lejos, aun a pesar del "asiento confort" que la equipaba...



No tardamos demasiado en arrancar y empezar a disfrutar.
El día era espléndido y los primeros kilómetros y sus consiguientes curvitas ya nos mostraban lo que iba a ser la tónica general: 
Increíbles paisajes verdes, en toda la extensión de la palabra, y en todos los tonos en que este color se puede manifestar.
Y es que la fuerza de la vegetación, que despierta ahora ayudada por la vitalidad que le proporciona la lluvia caída de forma intermitente durante los pasados meses, y la mejora de las temperaturas, era ciertamente abrumadora.

Rueda rodando, fuimos dejando atrás los primeros kilómetros y atravesando por pequeñas poblaciones y aldeas antes de llegar, casi sin darnos cuenta, al Embalse del Taibilla, cercano a Nerpio, ya en la provincia de Albacete.
Rodamos brevemente sobre las aguas de dicho embalse




Antes de efectuar la primera parada del día, en la que nos recreamos en el entorno a la vez que hacíamos algunas fotos




No tardamos en continuar, aun cuando no pudimos evitar el girar la cabeza en alguna ocasión, ya que las vistas lo merecían...



 Pasamos raudos bordeando la bonita población de Nerpio para poco después coger la carretera que nos debía llevar a Yeste, pasando antes por el Embalse de La Fuensanta. Esta carretera está en obras, y tiene bastantes tramos con gravilla suelta o directamente sin asfalto, aunque esto no nos supuso mayores problemas.
Fue poco antes de llegar a la aldea de Fuente Higuera cuando el asfalto se encargó de recordarnos lo frágiles que somos, que ir en moto tiene sus riesgos, y que no debemos olvidarnos de ellos.


El amigo Antonio, con su Aprilia Pegaso tuvo probablemente un pequeño despiste, que le obligó a forzar la entrada en curva, en una zona de descenso, y a frenar.
Al hacerlo con la moto ya inclinada, bloqueó la rueda trasera, con el consiguiente derrape de ésta hasta el punto de provocar la caída, seguida por el consiguiente arrastrón de la moto por el asfalto que terminó con la moto empotrada debajo del guardarrail, con un poste justo enmedio.


Afortunadamente nuestro colega no sufrió ningún daño, y salvo unas pequeñas molestias en una de sus muñecas, el tema se solventó con desperfectos leves en la Aprilia y en su equipación.


Después nos comentó que había estado pensando en venir a la ruta con pantalones vaqueros, y que había podido comprobar en propia persona la importancia de ir siempre completamente equipado.
Creo que ésta consideración no tiene nada más que comentar...


Ante esta circunstancia, decidimos cambiar la ruta y dirigirnos a Letur, acompañando a Antonio y comprobando después de unos kilómetros, tanto el como nosotros, que se encontraba perfectamente y en condiciones de regresar a Lorca en solitario, lo que hizo después del almuerzo.

Letur. El Reino del Agua. 

Porque si hay algo significativo, algo que defina a Letur, aparte por supuesto de sus casas de piedra, del arco del mismo material bajo el que hay que pasar para llegar hasta su Plaza central, su bonita iglesia


-Foto correspondiente a otra visita a la población-
 y sus en ocasiones estrechísimas calles, es precisamente el agua, que aparece por todos sitios, en forma de riachuelo que atraviesa la población, remansada en una piscina natural muy concurrida en verano...

O surgiendo de forma espectacular en las diversas fuentes esparcidas por la población



Aunque francamente, quizá porque ya conocíamos el sitio, esta vez nos dedicamos a contemplar otro tipo de paisajes...





Que, eso si, desaparecieron de nuestra vista rápidamente, como por arte de magia...


Y continuamos. El tramo entre Ferez y Elche de la Sierra es un clásico para los moteros de Albacete y de Murcia. Una carretera donde disfrutar de la conducción mientras contemplas, un poquito de reojo, los espectaculares paisajes entre los que discurre su trazado. Tramo, que dicho sea de paso, tiene una continuación a su altura en cuanto a disfrute motero si te acercas haste Yeste, algo que nosotros también hicimos, ya que nos tocaba respostar allí.


A continuación, nos dirigimos hacia el Balneario de Tus, una zona que mis acompañantes no conocían y que francamente, os recomiendo no perderos a poco que podáis, especialmente si la vegetación está como ahora, y además hace un día esplendido con un cielo azul eléctrico como el que disfrutábamos.


En este tramo, una pequeña sorpresa: 
Alguna vez habéis visto brotar el agua, de forma natural, a través del asfalto?
Pues eso es lo que ocurre aquí:




En cuanto a la zona, pues que decir... verde...




Y con agua...




El siguiente tramo, desde el cruce anterior al Balneario hasta llegar a Molinicos esta algo bacheado en ocasiones, pero se le perdona sin mayores problemas al encontrarte ante rincones como estos:


Embalse de La Fuensanta




Desde aquí hasta Molinicos, el verde de la vegetación se ve acompañado por los tonos ocres de algunos riscos que escapan a dicha vegetación y por el marrón terroso de los tejados de las diferentes aldeas que salpican la zona, algo que también ocurría en el tramo Nerpio-Letur.


El retorno a la carretera de Socovos-Elche de La Sierra-Riópar, fue inmejorable.
Esta carretera, como ya he comentado antes, una clásica para los moteros de la zona, tiene dos inconvenientes: 
El primero, que suele tener bastante tráfico, especialmente los domingos, y el segundo, que su sinuoso trazado luce una desesperante línea continua practicamente desde principio a fín, lo que imposibilita los adelantamientos.
Bueno, pues no, ambos inconvenientes quedaron fuera, debido a que eran casi las tres de la tarde y la gente tiene la recomendable costumbre de parar a comer a esas horas. 
Toda la carretera, todas las curvas, para nosotros solos. Ni un coche hizo acto de presencia. Las trazadas a ritmo se sucedían una tras otra, enlazando curva tras curva, y dibujando una sonrisa tras otra en nuestras caras, aún cuando nadie pudiese verlas, aunque poco importaba, como en tantas otras ocasiones, fueron momentos disfrutados bajo el casco y compartidos a partes iguales por todos los que por allí rodábamos.


A las tres de la tarde parábamos en Riópar. 
Comida de bocata y sus derivados, que ya llevábamos preparada, café, tertulia y un poco de reposo en una de las terrazas de la zona.


Mas o menos, habíamos cubierto la mitad del recorrido, aunque en ese momento no lo sabíamos, ya que el turno de tarde tocaba decidirlo sobre la marcha...




Mapa de la Ruta, Parte 1. 



El paseo continua AQUÍ.










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